Filosofía y sentido de la vida. Análisis de canciones, obras literarias y problemáticas contemporáneas.Senderos y encrucijadas que manifiestan la búsqueda y la apertura del hombre a la trascendencia.
jueves, 24 de noviembre de 2011
UNA DESPEDIDA A LA ESPERA DEL REENCUENTRO
El Alfarcito derramó sus lágrimas sobre el río Toro y el viento de la Puna esparció la tristeza por toda la Quebrada. Murió el padre Chifri, el cura que se internó en los cerros para ayudar. El sacerdote Sigfrido Maximiliano Moroder falleció ayer a las 8.35, a los 46 años, víctima de un infarto. Estaba en la casa de una familia amiga, en San Lorenzo, donde cuidaban de su salud.
Cerca de las 18.30, el féretro con sus restos llegó a la parroquia Santa Rita, de Rosario de Lerma. Una multitud esperaba para despedir al cura que habiendo nacido en Buenos Aires, apenas pudo se vino al Norte.
El Alfarcito ubicado a 80 kilómetros de Salta capital fue el campamento base de Chifri y su gente fue el origen de su obra máxima en la Quebrada del río Toro: el colegio secundario Albergue de Montaña 8214 donde hospeda a niños de 25 comunidades.
El dolor de la comunidad educativa fue inconmensurable desde que Radio Salta dio la noticia, a las 10 de ayer.
El director de la institución educativa, Robustiano Ríos, tuvo la difícil tarea de decirle a los chicos que su querido padre Chifri había muerto.
El salón comedor fue el espacio elegido y la consternación atrapó a los 65 jóvenes que estudian en el lugar.
Los docentes se quebraron y todo quedó en silencio. Luego el viento y las oraciones murmuraron por el alma del religioso; y por ellos mismos pues les invadió la incertidumbre de cualquier persona que queda huérfana.
La capilla de la parroquia Santa Rita, el museo del lugar y el puesto de ventas de artesanías también enmudecieron y ni el sol diáfano de la montaña pudo iluminar los rostros.
Mensaje
“Chifri vivirá en cada uno de nosotros”, dijo Ríos a los chicos. “Su obra tiene que continuar en cada uno de nosotros”, confesó a El Tribuno, que llegó ayer a la mañana hasta El Alfarcito y convivió con el dolor de su gente.
“El colegio fue solo una parte de un plan integral que tenía Chifri. El objetivo de esa inmensa tarea fue lograr el bienestar integral de todos los que habitamos la Quebrada del Toro”, aseguró conmovido Ríos.
Al mediodía, el almuerzo fue un pretexto para mirar la comida. Fue el momento en el que la preceptora Fernanda Serman se quebró y recordó.
“Hace menos de un año que conocía a Chifri. Yo vine de Buenos Aires a principios de año, le pedí trabajo y él no dudo ni un momento. Fue instantáneo mi ingreso a la institución, a pesar de que yo tengo una discapacidad pues tengo inmovilizado mi lado izquierdo del cuerpo”, contó Fernanda inundada en lágrimas.
Otra escena, al mismo tiempo. Ríos mira desconsolado la nada y dice: “Ayer me mandó una respuesta por mail. Yo le había dicho que los trámites por la subvención que el Gobierno nos prometió estaban estancados; él me respondió que recemos para que sus huesos se suelden y pueda volver a trabajar. Que él iba a hacer cumplir la promesa”. Así fue Chifri, hasta su último día de vida luchó pensando en sus niños de El Alfarcito.
Desde ayer su cuerpo está siendo velado en la Parroquia Santa Rosa de Lima de Rosario de Lerma y serán inhumados hoy a las 17hs. en El Alfarcito
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